lunes, 16 de diciembre de 2013

Sensaciones de un día de Tuno

Ya me pena el no poder haber ido a dibujar las avionetas del Real Aeroclub de Zaragoza, pero a veces la divina providencia juega malas pasadas. Ese mismo día y casi a la misma hora, me citaron en otro sitio.
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10:30 a.m. Sede de la cadena de televisión autonómica "Aragón TV". Veintisiete Tunos ya "entraditos" en años, afinan sus guitarras y voces a la espera de que les llegue su turno para realizar la grabación del especial de Noche Buena. Pero, esperad..... retrocedamos unas cuántas horas antes.
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8:00 a.m, tras apagar el despertador de mi móvil. Me despierto sobresaltado presa de un temor que no dejó de perseguirme en las horas precedentes. El motivo no era por tener pánico ante la posibilidad de que al día siguiente me pusiera nervioso, me equivocara o me quedara en blanco. ¡No!, no iban por ahí los tiros...
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Mi sufrimiento se destornillaba de la risa, se aprovechaba, se jactaba de la inmensa duda que rondaba en mi cabeza y que en breves momentos iba a resolver: ¿Seré capaz de enfundarme un traje que se confeccionó hace más de veinte años?.
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9:00 a.m. Empiezo el ritual del vestir. Como si de un torero se tratase, empiezo por las medias. Primer problema: los pantys de mi mujer, "ni de coña". No me caben. ¿Qué me pongo?. No tengo tiempo para ir a una Mercería. Como último recurso me dirijo al armario de mi hija y encuentro una especie de "ejecutivos" de color azul marino. 
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-No se nota mucho, ¿no?-, le digo a mi mujer. No, nada -me responde ella-. Su cara era todo un poema. Tras salvar el primer escollo, asumo con valentía el trago de ponerme los pantalones. Para el que no se haya puesto un pantalón de tuno, decir que además del botón de costumbre asido a su cintura, existen un par botones que cierran las perneras a la altura de la parte inferior de la rodilla. Ese era el primer desafío a salvar. Luego vendría el otro.
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Como me temía, los "gordos" de mis piernas, -esto es lo gemelos- hacían imposible que los botones que tan bien cosidos estaban, fueran capaces de encajar en sus respectivos ojales. Uffff, déjalo, -le dije a mi mujer-. Si me subo bien los "ejecutivos", no se notará.
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Quería retrasar lo máximo posible la afrenta a la que tanto miedo tenía. Subí la prenda hasta mi cintura. Aprendiendo de los toreros, dí una serie de "saltitos" para que todo fuera a su sitio. -Ya está dije entre mí-. Aún así, contuve la respiración escondiendo abdomen y dirigí la vista a mi cintura. Como si del Estrecho de Gibraltar se tratase, en la parte africana de mi pantalón se hallaba un solitario botón que miraba con envidia a la parte europea, esta vez en forma de ojal. ¡No hubo manera!. Mi amigo el cinturón, materializó la farsa.
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Ascendí y encontré una prenda amigable. Una camisa blanca comprada en los últimos tiempos que se adaptaba totalmente a mi constitución. Si temido fue el acto de aproximación y cierre del pantalón, el que ahora llegaba también tenía lo suyo. 
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Veinte años atrás cuando me ponía la casaca con la beca, es decir la chaquetilla o parte superior del traje junto con la banda de color que en forma de "V" lo protege, veía a un jovenzano con una imponente mata de pelambre en su testa y unas facciones imberbes pero perfiladas como si de un diamante en bruto se tratase. Mi subconsciente seguía viendo aquello.
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La realidad que me encontré al enfrentarme al espejo, fue otra. Al alzar la mirada, encuentro ante mí al personaje de "Aguila Roja", Jacobo de Castro, interpretado por Carlos Areces -veanlo aquí-. ¡Horror!. ¡Cuánto se ha perdido!, gritaba mientras me llevaba las manos a la cara. El trago fue muy amargo, pero lo digerí.
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10:00 a.m, parto a la cita. Pero antes, sé de buena tinta que Antonio y Clara han quedado para subir al Real Aeroclub en un sitio cercano a mi casa. -Cuando me vean, entenderán porqué no voy- pienso entre mí. Abro el coche, me siento, y es en ese preciso momento cuando todas las "tiritas" puestas en el arduo proceso de mi investidura, se van cayendo. Los ejecutivos se bajan por mis piernas, el cinturón aprieta y las costuras de mi entrepierna luchan desesperadamente por mantener la formación. Recuerda, Fer: ¡no te sientes!, ¡trata de no sentarte!.
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Llego al punto y diviso a Clara con un sombrero de color naranja. Observo que en su primera mirada halla algo que le llama la atención. A la segunda ya me reconoce y empieza a reírse. Creo recordar que dijo algo no sé de qué sobre la .... "primera comunión". Al rato aparca Antonio, que incrédulo e imitando a Mauricio de la serie "Aida", grita... ¡Pero ésto qué es...!. Aguanté el tipo, pero la procesión iba por dentro.
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Lo demás, se resume en un gran encuentro con muchos a los que hacía mucho que no veía, en el que hubo muchas risas, muchas canciones y algo de maquillaje para contrarrestar los brillos que producía mi calva. Tras tres intentonas, nos dieron por buena la toma.
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Hice algún dibujo, como el que os muestro a continuación. Cuando se lo enseñé a mi amigo "Julito" -el que dice dame una La-, va y me dice: - ¡Muy guapa Fer!, pero estoy más delgado... ¿eh?. A lo que yo le respondo: - Yo también tengo pelo....
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fabadia_tuna_l 
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fabadia_tuna_nochebuena
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Fue un día fantástico, a pesar de los pesares....
Buena Cortesía

3 comentarios:

clara dijo...

Já, já... El gorro ere verde oscuro y naranja la chaqueta, a no ser que me mirases a los pies que asomaban las botas rojas... Toda una odisea tus peripecias tuneras, bien dibujado.

ANTONIO MAESTRO MAGAZ dijo...

Doy fe ¡¡¡¡

Fusy dijo...

Sólo el relato es como un dibujo y además tu dibujo y la foto.